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El Caso Varginha (El Roswell Brasileño)
Varginha (Brasil) 20 de Enero de 1996
el matrimonio de Eurico Rodríguez y Oralina Augusta fue despertado por dos aterrados mugidos del ganado que cuidan hace seis años, en un vallecito junto a la ruta, justo a la entrada de la ciudad. Creyendo que se trataba de cuatreros, Oralina abrió una ventana de su sencilla casa y Eurico, otra. Oralina, mirando hacia el sur, no vio mas que ganado espantado, corriendo.
Eurico abrió la ventana que daba hacia la ruta y se quedo de una pieza: a la palida luz de la luna y a apenas 30 metros de distancia, flotaba en perfecto silencio un cilindro gris del tamaño de un ómnibus. Rasando, a cuatro metros de altura, el cilindro se movía lentamente hacia el norte, sin alas, sin humo ni luces.
Eurico salió de su shock y llamo a los gritos a su mujer. El no lo recuerda pero su mujer dice que su grito fue “¡Oralina, hay un submarino sobre el campo!” Su mujer, que hoy lo recuerda con risas su cómica definición, corrió a la ventana y vio la nave. Por mas de media hora, contemplaron asombrados la extraña aparición hasta que desapareció por encima del morro que limita el pequeño campo.
Otro caso al mismo día
Ese mismo día, un habitante del municipio de Alfenas, situado a unos 80 kilómetros de Varginha, declara haber visto una criatura que parecía “un mono de metro y medio de altura con tres chichones en la cabeza”. Esa misma mañana, a las 10,30, los bomberos de Varginha capturan a la extraña criatura. Los veteranos ufólogos y abogados Vitório Pacaccini y Ubirajara Franco Rodrigues, que investigaron los hechos, verificarían que la criatura fue capturada por cuatro hombres –sin que ésta ofreciera resistencia alguna- con una red como las que se emplean para atrapar perros.
Por la tarde, Valquiria, Liliane y Katia, tres adolescentes – dos de ellas hermanas- que regresan tranquilamente a sus casas poco después de terminar su jornada escolar, tienen un encuentro que jamás olvidarán: arrimado a un muro de un terreno baldío, a menos de siete metros de ellas, se encuentra agachada una criatura semihumana, con la cabeza entre las piernas, de no más de metro y medio de altura y enorme cabeza coronada por tres extrañas protuberancias, ojos grandes y rojos, piel marrón viscosa con venas saltonas.
A las niñas les parece que la criatura está desnuda y tan asustada como ellas.
Aterradas, huyeron. Pocos minutos después llegaban a su casa. Luiza Helena Silva, la madre de Liliane y Valquiria, las esperaba ansiosa por el retraso. “ las vi llegar llorando, temblando, casi ni podían hablar. Cuando me vieron me abrazaron espantadas y me dijeron que habían visto al “capeta”, al diablo.
Pero las chicas insistían: habian visto algo que “no era gente ni animal”, un diablo ni os retos maternos las disuadían. Doña Luiza, vencida decidió investigar y le pidió a una vecina que las llevara al baldío en su camioneta. Medio barrio ya estaba reunido en la esquina, escuchando y comentando. En el baldío, Luiza encontró apenas dos huellas enormes y un indefinible olor, “lejanamente parecido al del azufre”. La familia volvió a casa, alterada y sin saber en que pensar. Poco después, una tormenta fortísima borraba todo rastro del incidente en el baldío.
Ocultando las pruebas
La criatura es idéntica a la capturada por la mañana en la misma zona. Avisados de su presencia, soldados de la Escola de Sargento das Armas (ESA) de tres Coracões, oficiales de las Policía Militar y los bomberos de Varginha, proceden igualmente a capturarla.
Estos dos seres no vivieron mucho y que sus cuerpos, al final del mismo día 20, pasaron a disposición del Hospital Regional de Varginha, primero y del Hospital Humanitas después, en la periferia de la ciudad, centro dotado de los mejores equipos clínicos del área. Ambas criaturas fueron colocadas en cajas de madera y cubiertas con un plástico blanco. También supieron que la primera entidad –la capturada por la mañana- se mantuvo más tiempo viva que la segunda, que comenzó pronto a desprender un desagradable olor fétido.
Los cuerpos de las criaturas fueron sometidos a una necropsia por el famoso forense Badan Palhares, el mismo que examinó el cráneo del criminal nazi Mengele; sin embargo, Palhares desmentiría más tarde, públicamente, su participación en el caso.
En cuanto a las operaciones militares, según los dos ufólogos, fueron ordenadas por el teniente coronel Olímpio Wanderley Santos, de la ESA, quién también negó rotundamente a la prensa su participación en el caso.
El traslado de cuerpos
Las investigaciones de Pacaccini y Rodrigues les llevarían a poder reconstruir parcialmente lo sucedido. Averiguaron que el lunes 22 de Enero un convoy de tres camiones partió a las 17,30 horas rumbo a la Escola de Sargento das Armas (ESA) de Tres Coracões, a 25 kilómetros de Varginha, a donde llegaría a las 19,00 horas, entrando separados para no llamar la atención.
Ya en la Madrugada del 23, el capitán Ramires saldría de la ESA en un jeep. Los mismos camiones más tarde participaron en el transporte inicial de las criaturas saldrían también a las cuatro de la mañana, acompañados por el sargento Pedrosa. El capitán Ramires esperaría a los camiones en una unidad del Ejercito, cerca de la ciudad de Campinas, desde donde se dirigieron a la Universidad, una de las más importantes de Sudamérica, equipada con tecnología de punta. Momento a partir del cual se pierde definitivamente su pista.
Imagen del ser descrita
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